Le apasionaba la lectura. Compraba al menos un par de libros por semana,
pero nunca encontraba tiempo para leerlos. Decidió que, al menos,
leería la contraportada de todos ellos para tener una idea de qué trataban.
Y lleno su cabeza de miles de sinopsis. Hasta que su propia vida se
convirtió en una sucesión de principios prometedores, personajes de los que tan sólo conocía su
nombre, y finales que nunca llegaban.
1 comentario:
¡Estupendo!
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