Juan, vecino del séptimo, consiguió un lunes por la mañana abrir la
puerta del ascensor, que estaba en la décima planta, y tirarse por el
hueco. Al poco tiempo, los vecinos que bajaban hasta el garaje empezaron
a comentar que debían salvar un pequeño escalón al salir del ascensor.
No fue hasta que empezó a sonar a crujir de huesos que llamaron al
técnico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario