Cada vez que se ponía un café, removía el azúcar en sentido contrario a las
agujas del reloj. Contraviniendo así el consejo de su madre: "Eso hará que se
deshaga más fácilmente". Pero hacerlo de esa manera le hacía sentir más libre.
Como si a cada vuelta de cuchara se quitase un peso de encima. A pesar de que su
madre hacía ocho años que había fallecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario