jueves, 25 de septiembre de 2008

Vertical, siete letras: abertura en la pared (III)


Martes, 22 de febrero de 2.000

Una de las cosas que más me gusta hacer para relajarme, incluso a veces hasta casi dormirme, es darme masajes en la cabeza de manera muy suave, como si me estuviera acariciando. No importa lo mal que me pueda sentir en ese momento, este método siempre acaba por hacerme olvidar cualquier cosa que tuviera en la mente.

Jueves, 24 de febrero de 2.000

He intentado entablar una conversación en un chat esta tarde. Era un chat sobre cine, y había alguien preguntando por una película de Woody Allen. Quería saber si “Manhattan” tenía un Oscar o si por el contrario era “Annie Hall” la que había obtenido la preciada estatuilla. Después de solventarle la duda, le he preguntado si prefiere el Allen de las comedias de pareja o si como a mí, le gusta más encontrarse con excentricidades tipo “Sombras y niebla”, “Balas sobre Broadway” o “Zelig”, debido al alejamiento que estas tienen de la temática clásica del neoyorquino. Pero en su respuesta, frustrante al máximo, me ha confesado que no era entendido en cine, que ni siquiera le gustaba Woody Allen, pero que necesitaba la respuesta para participar en un concurso de televisión. Esto es exactamente lo que espero encontrarme en esos malditos chats que pueblan la mayoría de los sitios de la red, gente que no tiene nada mejor que hacer, interesada en nada que no sea decir cuantas más chorradas por línea mejor, y que lo que más les motiva para conversar es un vulgar concurso televisivo.

Viernes, 25 de febrero de 2.000

Vertical, nueve letras: aversión, desprecio

Martes, 29 de febrero de 2.000

Tiene gracia este día. Sólo existe una vez cada cuatro años, pero nadie lo echa en falta cuando no aparece. Es como si tuviera una libertad especial, un don que le permite reírse de sus compañeros de calendario por tener que sucederse siempre los unos a los otros, en un orden inquebrantable, y tuviera una vida secreta y oculta los tres años de espera hasta el siguiente bisiesto.

Miércoles, 1 de marzo de 2.000

Como todos los días 1, a excepción de los festivos, claro, se produce el ingreso en mi cuenta de mi nómina mensual. Y mi conexión on line con el banco me confirma lo que ya sé, que gano más dinero del que necesito gastar. Esto puede parecer una frivolidad (o un motivo de envidia) para muchos, pero no significa nada para mí. Excepto que mi situación se prolongará indefinidamente.

Domingo, 5 de marzo de 2.000

Están guardados en el cajón de la mesita de mi cuarto, en un estuche de piel negro, esperando algún momento de debilidad. Sólo en esos casos, cuando la cordura cede paso avergonzada a la pasión, o a veces incluso simplemente a la curiosidad, mis ojos se revisten de cristales, y el mundo se acerca a mi antojo durante unos minutos.

Lunes, 6 de marzo de 2.000

Horizontal, cinco letras: fijar la vista observando.

Miércoles, 8 de marzo de 2.000

La estantería del mueble del salón se ha quedado pequeña. Ya hace tiempo que tengo en mi cuarto las películas que no suelo ver casi nunca, pero hoy han llegado ‘El conformista’ de Bertolucci y ‘Extraños en el paraíso’ de Jarmusch y no han encontrado el sitio que debían tener destinado. Ya liberé también la balda de abajo del mueble, donde solían lucirse las figuritas de cerámica de mamá, pero tampoco ha sido suficiente. Tendré que hacer una nueva reestructuración o quizá encargar una nueva estantería que podría poner en la pared de enfrente.

Jueves, 9 de marzo de 2.000

La tecnología está de mi lado, no hay duda. Alguna vez pienso en cómo sería si hubiese nacido tan sólo veinte años antes, incapaz de obtener casi todo lo que necesito con un leve movimiento de dedo.

Sábado, 11 de marzo de 2.000

Está en un banco, sentada junto a uno de sus amantes eventuales. Ella se deja tocar. Él acepta gustoso la invitación, hasta el punto de que alguna prenda está a punto de caer al suelo. Mi nerviosismo aumenta, y mi silueta abandona finalmente la protección de las cortinas. Los besos son sustituidos por una batalla de saliva entre dos lenguas, y las manos llegan a los lugares donde habían estado esperando llegar desde seguramente unas horas antes. Ante mis ojos, lo que parece la forma desnuda de un generoso pecho es atacada con saña por cinco dedos hambrientos. Mi excitación llega al máximo, y en un momento de auténtico éxtasis, mis labios dejan escapar un grito ahogado pero lo suficientemente alto como para ser oído en todo el parque: “Mariooolaa!”. Al instante, y como movida por un resorte, ella se levanta, y mientras se intenta cubrir con la camisa que tiene medio bajada, grita hacia mí: “Pervertido, ¡es un pervertido!... ¡policía, policía, hay un pervertido ahí arriba!!”. Mis manos se paralizan, todo mi cuerpo deja de responderme y se queda totalmente inerte, como si fuera una estatua. Noto como toda la sangre se me acumula en la cara, mientras no dejo de pensar: “La policía... no puede ser, ¿qué voy a hacer ahora?...” suena el timbre de la puerta, y mi corazón está a punto de estallar. Pero no abro, y el timbre sigue sonando hasta que empieza a convertirse en un ruido molesto... de repente, un salto me saca literalmente de la cama, y mientras gotas de sudor caen de mi frente me doy cuenta de que me he quedado dormido y no he dejado apuntada la cuenta de la luz en la puerta, y tengo al revisor llamando sin cesar y seguramente con un cabreo considerable. Aún así, me veo incapaz de levantarme a abrirle, bastante tengo con intentar recuperarme del susto. Que vuelva otro día.

Domingo, 12 de marzo de 2.000

Vertical, nueve letras: sueño angustioso

Lunes, 13 de marzo de 2.000

Cada sobre de 600 Mg contiene: ibuprofeno (DCI) (arginato), excipientes: aspartamo (E951), sacarosa, sodio bicarbonato y otros excipientes. Espidifen, lo mejor para el dolor de cabeza. Como el que me ha venido esta tarde, seguramente provocado por escuchar música a través de los auriculares a un volumen excesivo durante un tiempo prolongado. Cuando uno no suele ir a visitar al médico, hay que tener unos conceptos básicos de automedicación.

Jueves, 16 de marzo de 2.000

La primavera está aquí. Y si bien el almanaque lo niega rotundamente aferrándose a la pura matemática, son las mangas cortas, el aumento de gente en el parque, el brillo del sol en los coches aparcados y, porqué no decirlo, algún generoso escote los que certifican que este año la estación más querida y a la vez odiada (las alergias no perdonan) viene con adelanto. Ni que decir tiene que esto es para mí motivo de regocijo absoluto, y la cantidad de horas que voy a perder con el sol dándome en la cara es tal que me dan escalofríos sólo de pensarlo.

Viernes, 17 de marzo de 2.000

Hace ya años que compré el lavavajillas, mi madre siempre fregó a mano. Pero eso no ha acabado de evitar que la mayoría de las veces llegue a comer y me encuentre que no tengo un tenedor limpio, o un vaso, o una cuchara. Así que deduzco que el hecho de no fregar no depende del esfuerzo que supone o del tiempo que se pierde, sino simplemente de dedicarle unos segundos para acordarte de dar al botón que pone en marcha la máquina. Debe de ser que mi mente tiene cosas más importantes a las que prestar atención, porque la mayoría de los días no encuentro esos segundos.

Lunes, 20 de marzo de 2.000

Las cuatro de la noche es la hora elegida para bajar al buzón y encontrarme con cartas del banco, publicidad, o lo que hace cobrar verdadero sentido a estas bajadas clandestinas: alguna de las varias revistas a las que estoy suscrito o uno de esos maravillosos paquetes con discos, videos o libros que muchas veces no pueden esperar a la mañana siguiente para empezar a ser devorados. Es una hora ideal, puesto que la gente que llega tarde ya lo ha hecho hace rato, y los que madrugan en exceso aun tienen un rato más de sueño. Los fines de semana esto no se cumple como el resto de los días, pero entonces el riesgo es innecesario, ya que evidentemente los fines de semana no hay correspondencia.

Martes, 21 de marzo de 2.000

Horizontal, siete letras: que se hace a escondidas

Jueves, 23 de marzo de 2.000

Los días nublados tienen un encanto especial. No me refiero a esos días en los que el cielo está totalmente encapotado, sin dejar ni un resquicio al azul celeste, y que de noche se tiñe de un espantoso naranja debido a la incontable cantidad de luces que decoran esta ciudad. Los que a mí me gustan son los cielos salpicados de nubes, contables e identificables. Nubes que adquieren las formas más diversas, y que con la ayuda del viento van cobrando vida como si fueran una animación. Blancas haciendo compañía al sol radiante o negras anunciando la venida de la tormenta. Todas son buenas para hacer girar mi cuello en dirección al cielo.

Domingo, 26 de marzo de 2.000

Hace un rato estaba leyendo en una revista de fotografía como los colores existen sólo cuando miramos a las cosas. Lo cual me lleva a pensar que si tenemos los ojos cerrados todo a nuestro alrededor es de blanco y negro. Está todo ahí. Si quieres aprender algo nuevo, intentar acercarte a la verdadera realidad de las cosas, o simplemente satisfacer alguna curiosidad, basta con abrir las páginas adecuadas. Bueno, también están los documentales. Pero yo los uso más como un álbum de fotos. Por muy interesante que sea lo que están contando, siempre acaban siendo protagonistas las imágenes que lo acompañan.

Lunes, 27 de marzo de 2.000

No me gusta hacerlo pensando en ella. Hay veces que pasa, es inevitable, pero luego me siento sucio, como si ella no se mereciera eso. Como si su figura sólo pudiera invadir pensamientos más altos y honestos, y estuviera desprovista de deseo físico. Y sé que no es así, y que me estremezco cada vez que vuelvo a pensar en sus inocentes pero sin duda exuberantes formas. Así que normalmente prefiero elegir otra pareja. No es difícil, la cantidad de mujeres atractivas que viven o pasan por aquí parece inagotable.

Martes, 28 de marzo de 2.000

Vertical, cinco letras: tendencia de la voluntad a conseguir algo.

Jueves, 30 de marzo de 2.000

Esta mañana, mientras daba buena cuenta de un zumo de naranja y unos croissants (mi desayuno favorito), ha pasado algo que en un primer momento me ha parecido violento y cruel, pero que después mi lento raciocinio ha devuelto a la normalidad. Un camión del ayuntamiento ha entrado en el parque, tres obreros vestidos con mono se han bajado y sin vacilar han empezado a despertar a los columpios (a todos: el tobogán, el balancín, el pequeño laberinto...) de su último sueño matutino (entre semana libran por las mañanas, ya que los niños están en el colegio). Primero unas pequeñas zanjas alrededor de sus piernas de metal, y hora y media después el último esfuerzo que los ha separado definitivamente del suelo al que estaban unidos desde hacía más tiempo del que yo puedo recordar. Diez minutos más tarde se iban todos amontonados en el camión hacia no sé muy bien dónde. Una sensación de impotencia me ha sobrecogido de tal modo que he tenido ganas de reprender a los obreros por su inhumano comportamiento, pero según se alejaba el camión he empezado a comprender. Los nuevos columpios que en breve adornarán este parque serán sin duda capaces de obtener mayores piruetas y más amplias sonrisas de todos los chiquillos que pasan aquí algunos de los mejores momentos del día.

Sábado, 1 de abril de 2000

10 de la noche. Como era de imaginar, el abanico de posibilidades en la televisión es muy limitado. Al final, la elección ha sido un curioso reportaje acerca de las fiestas en un pueblo de la provincia de Badajoz. No recuerdo el nombre, y tampoco parecía ser algo muy excitante, pero al menos no me ha hecho cambiar a otra cosa durante la media hora que ha durado. Sin duda, no tener que compartir el mando a distancia es una de mis grandes ventajas sobre el mundo.

Domingo, 2 de abril de 2000

La tía Amalia fue siempre una extravagante. Sólo así se puede explicar el horrible reloj de pared que compró, y que sigue presidiendo el cuarto de estar. Está parado hace siglos, y no seré yo el que lo ponga en hora. Ni ella tampoco va a venir a hacerlo.

Martes, 4 de abril de 2000

El parque está huérfano de niños, pero esta situación ha traído consigo una sorpresa más que agradable esta tarde. Libres del ajetreo y de los juegos de los infantes y de las más que seguras inquisidoras miradas de sus padres y madres, Mariola y sus amigos han invadido un terreno usualmente hostil para ellos antes de la caída del sol. Y allí he estado yo con ellos, hasta casi la madrugada, cerveza tras cerveza, cigarro tras cigarro y risa tras risa. Con la luz apagada claro, ya que una silueta durante más de cuatro horas en la misma posición puede resultar extraña hasta para un grupo de jóvenes medio ebrios. Me gusta ver cómo ella suele convertirse en el centro de atracción del grupo, cómo todos los chicos están pendientes de cada una de sus palabras intentando dar la réplica adecuada que les haga ganar unos momentos de atención de sus preciosos ojos verdes. Me gusta ver cómo se maneja en discusiones interminables con cualquiera que osa contradecirla en la multitud de temas intrascendentes que se encabalgan unos con otros antes de ser calmados con un mínimo consenso. Me gusta...

Miércoles, 5 de abril de 2.000

Cada diez días aproximadamente, dependiendo de mis necesidades, abro la puerta que da a la calle. Es entonces cuando se produce un contacto, que nunca suele durar más de dos o tres minutos, y que después de tantos años ha dejado de ser tan traumático. Ya no me pongo nervioso, pero todavía necesito dejar la mente en blanco y no pensar más que en abrir la puerta, coger las bolsas y dar la propina hasta que el recadero del hipermercado desaparece de mi vista ignorando lo incómodo de su visita.

Jueves, 6 de abril de 2.000

Vertical, nueve letras: parcela de la persona o su de vida inviolable y reservada.

Sábado, 8 de abril de 2.000

Siempre disfruto viendo corretear a los niños que entran en el parque guiados por una única consigna: pasárselo bien, como sea y con quien sea. En su notoria ausencia, esta semana se ha visto incrementado el número de perros que, acompañados por sus dueños, buscaban entre los setos, piedras o a veces en el terreno más descubierto y hostil, un lugar donde poder hacer sus necesidades. Adoro a los perros. Esa naturaleza bondadosa en extremo, que les lleva a seguir a sus amos hasta el fin sin cuestionarse al menos uno de sus actos; esa predisposición continua a la caricia, sin juzgar nunca la sinceridad del que la regala. Más de una vez me ha asaltado la ingenua idea de tener uno conmigo...

Martes, 11 de abril de 2000

La comunicación con el exterior ha sido hoy imposible. Una incidencia en la red telefónica ha impedido que el módem de mi ordenador se conectara a Internet. Por más que el ratón se esforzaba una y otra vez en pulsar sobre la casilla de “Conectar”, el ruido de los tonos al marcar terminaba siempre con la misma frase, que a últimas horas de la tarde resultaba ya grotesca: “La conexión ha sido imposible. La línea está ocupada”. Esto ha impedido que, entre otras cosas, encargara los libros que tenía pensados desde hace unos días (nada importante, algunos títulos sueltos de Capote, Faulkner, Auster y alguno más) pero por otra parte me ha dejado más tiempo para poder cocinar tranquilamente. Últimamente, con el cambio en el parque y el buen tiempo he acabado comiendo lo primero que he pillado por ahí, pero al cabo de unos días viene bien algo de cocina casera bien preparada.

Miércoles, 12 de abril de 2000

Horizontal, once letras: privar del trato con la gente

Jueves, 13 de abril de 2000

Ya hace dos semanas desde que se llevaron los columpios, y la intensa impaciencia que me asalta cada mañana al despertarme para comprobar si los nuevos habitantes ocupan su lugar empieza a hacerse agobiante. La ilusión de los primeros días por poder observar la nueva fisonomía del parque empieza a ser sustituida por un pesar amargo, una sensación de vacío antes de asomarme provocados por el presentimiento de que un día más, como ha vuelto a ser hoy, el paisaje unos metros ahí abajo va a seguir mostrándose insultantemente incompleto.

1 comentario:

shevek dijo...

Como los buenos vinos, mejorando con los años ;-)

Ya te explicaré el final de Mondo. Es lo que tienen las pelis tan largas, que al final te pierdes ;-)